Querida familia Mar Azul,
Hoy no quiero hablarles de avances visibles.
Quiero contarles una historia pequeña.
Y regalarles una canción… también pequeña. Tan pequeña que quizás no merecería mención.
A menos que creas —como yo creo— que el Reino se esconde justo ahí,
en lo que parece mínimo, invisible… cotidiano.
Hoy no quiero hablarles de avances visibles.
Quiero contarles una historia pequeña.
Y regalarles una canción… también pequeña. Tan pequeña que quizás no merecería mención.
A menos que creas —como yo creo— que el Reino se esconde justo ahí,
en lo que parece mínimo, invisible… cotidiano.
El domingo pasado hablamos de aprender a ver el Reino en lo pequeño.
Esa misma tarde, mis hijos me dijeron que nunca habían estado en Culebra.
Lo dijeron con esa mezcla de inocencia y deseo, como quien no exige, solo sueña.
Lo mencionaron porque sabíamos que al día siguiente iríamos a Fajardo
a encontrarnos con unos amigos que nos invitaron a su bote.
Y entonces el lunes…
De pronto y sin pedirlo, nos encontramos en Culebra.
Nos sentimos profundamente amados por estos amigos.
Esa misma tarde, mis hijos me dijeron que nunca habían estado en Culebra.
Lo dijeron con esa mezcla de inocencia y deseo, como quien no exige, solo sueña.
Lo mencionaron porque sabíamos que al día siguiente iríamos a Fajardo
a encontrarnos con unos amigos que nos invitaron a su bote.
Y entonces el lunes…
De pronto y sin pedirlo, nos encontramos en Culebra.
Nos sentimos profundamente amados por estos amigos.
"Deléitate asimismo en el Señor, y Él te concederá
las peticiones de tu corazón."
— Salmo 37:4

No llovió.
El mar parecía un espejo.
Había peces. Mantarrayas. Gaviotas volando a nuestro alrededor.
Y en cierto momento… nadie más.
Solo nosotros.
En un pedazo olvidado del paraíso.
Como si Dios estuviera susurrando:
“yo también escuché ese deseo.”
El mar parecía un espejo.
Había peces. Mantarrayas. Gaviotas volando a nuestro alrededor.
Y en cierto momento… nadie más.
Solo nosotros.
En un pedazo olvidado del paraíso.
Como si Dios estuviera susurrando:
“yo también escuché ese deseo.”

Esa noche, ya de regreso, paramos a tomar café en la casa de otros amigos.
Y otra vez nos sentimos profundamente amados.
Pero lo que más me conmovió fue esto:
Que entre listas, proyectos, decisiones y liderazgo…
Dios me recordó que no soy solo responsable de cosas…
también soy hijo.
Y Él sigue siendo el Padre que da regalos inesperados,
en momentos que no pedimos.
Y otra vez nos sentimos profundamente amados.
Pero lo que más me conmovió fue esto:
Que entre listas, proyectos, decisiones y liderazgo…
Dios me recordó que no soy solo responsable de cosas…
también soy hijo.
Y Él sigue siendo el Padre que da regalos inesperados,
en momentos que no pedimos.
La palabra “deléitate” usada en el Salmo 37 en hebreo su idioma original es “anag”.
No significa simplemente “pásala bien con Dios”.
Significa ablandarse, hacerse tierno, dejarse moldear.
Es como si el salmista dijera:
haz de tu alma un lugar suave donde Dios pueda reposar.
Y cuando eso pasa —cuando confías más que exiges—
las peticiones más sinceras del corazón,
esas que ni tú sabías cómo orar, comienzan a cumplirse.
No significa simplemente “pásala bien con Dios”.
Significa ablandarse, hacerse tierno, dejarse moldear.
Es como si el salmista dijera:
haz de tu alma un lugar suave donde Dios pueda reposar.
Y cuando eso pasa —cuando confías más que exiges—
las peticiones más sinceras del corazón,
esas que ni tú sabías cómo orar, comienzan a cumplirse.
Y si tu logras hacer eso aunque sea una vez esta semana, te prometo que habrás visto aquí y ahora algo del Reino.
Con amor siempre,
Pastor John
P.D.
Con amor siempre,
Pastor John
P.D.
- Este sábado es Amor Azul en cada campus.
- Marie y Javier abrieron las puertas de un nuevo salón en el Oeste.
- En junio, recibimos un grupo misionero que servirá junto a nosotros.
- La próxima semana te presento algunos proyectos especiales para el verano.
Posted in El Corazón de Mar Azul