¿Podemos confiar en la Biblia?

Dios quiere hablarnos todos los días y nos ha dejado sus palabras escritas en la Biblia para que podamos conocerlo. Cuando se trata de este tema muchas personas genuinas se han preguntado, ¿Podemos confiar en la Biblia como palabra de Dios aun cuando sabemos que fue escrita por seres humanos?

Algunas personas no necesitan pensar en la respuesta mucho tiempo.

Estas personas ya tienen la convicción de que la Biblia es la palabra de Dios para sus vidas hoy y buscan seguir al pie de la letra lo que en ella leen. Existen también los que todavía ponen en duda esta aseveración.
Analizar y estudiar esta pregunta no está mal, al contrario, creemos que Dios nos invita a todos a leer su palabra y a tener la confianza de acercarnos a Él con todas nuestras dudas.
En 2 Pedro 1:20 -21 leemos que nada de lo que está escrito en la Biblia nace de una interpretación privada. 

20 entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.          2 Pedro 1:20 -21

Esto quiere decir que el Espíritu Santo inspiró a diferentes autores humanos para escribirlas y que lo que ellos escribieron aunque fue una extensión de ellos: de sus personalidades, habilidades, trasfondos y educación, también fue exactamente las palabras que Dios quería que ellos escribieran.

Por tal razón nosotros creemos que:
  • La Biblia es poderosa porque su autor es poderoso.
  • La Biblia es sin error porque su autor no puede errar.
  • La Biblia es suficiente porque su autor lo conoce todo.
  • Cada palabra es perfecta.
  • Cada palabra es intencional.
  • Por lo tanto, cada palabra debe ser creída y obedecida.

Dios quiere hablarnos todos los días pero sin la obra del Espíritu Santo, nadie aceptará que las palabras de la Biblia son en realidad palabras de Dios.

Nuestro pastor Jonathan Ocasio lo dijo así:

La Biblia es un misterio solo para aquellos que nunca la han leído con un corazón rendido al Espíritu Santo.  - Jonathan Ocasio
Sin la obra del Espíritu Santo de Dios, una persona no recibirá verdades espirituales y no recibirá ni aceptará la verdad de que las palabras en la Biblia son en realidad palabras de Dios. Pablo lo explica de esta forma (1ª Co 2: 13), dice: «El que no tiene el Espíritu no acepta las cosas que proceden del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente» (1ª Co 2: 14).
Una cosa es estar de acuerdo que la Biblia afirma ser la Palabra de Dios; otra cosa es estar convencido personalmente de que esas afirmaciones son ciertas.  Nuestra convicción viene sólo cuando el Espíritu Santo nos da la seguridad interna de que esas son palabras de nuestro Creador aplicables a nosotros hoy.  Si tu no estas seguro todavía, considera esto una invitación para continuar leyendo la Biblia.
Este proceso está estrechamente relacionado con creer en Jesús. Él dijo: «Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10: 27). Es importante recordar que esta convicción de que las palabras de la Biblia son palabras de Dios no sucede aparte de la lectura de la Biblia. No es como si el Espíritu Santo un día susurrara a nuestro oído: «¿Ves esa Biblia sobre tu escritorio? Quiero que sepas que las palabras de esa Biblia son palabras de Dios».

Por tal razón a medida que leemos la Biblia nos convencemos de que en ella encontramos la voz de Dios hablándonos.

A lo largo de las historias bíblicas vemos cómo en diferentes ocasiones las personas tienen un encuentro con las escrituras. Hay ejemplos donde reyes, discípulos y personas que no conocían a Dios fueron transformados por confiar en lo que en ella está escrito.

Guarda en tu corazón este consejo tan valioso de parte de nuestro Padre Celestial; 
20 Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. 21 No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; 22 Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. - Proverbios 4:20-22
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