La vez que el evangelio me libró de un asalto

Pregunta seria... ¿Hasta dónde llega el poder del Evangelio?

Cuando digo Evangelio, me refiero a las buenas noticias que nos comunica Dios a través de su Palabra.  A modo de (súper) resumen... este es el Evangelio:

- Fuimos creados de forma cuidadosa y amorosa por Dios para convivir con Él como colaboradores y administradores de su creación.

- Por medio del pecado quedamos apartados de Dios y expuestos a un mundo de maldad y cautivos de impulsos que nos alejan cada vez más de Él.

- Dios envió a su hijo Jesús para restaurar nuestra relación con Dios.

- Ahora no somos cautivos de impulsos que nos hacen actuar con miedo, inseguridad y orgullo, sino que Dios nos guía para tomar decisiones, con esperanza y sabiduría, que nos ayuden a crecer y representar a Jesús.

Ese es el evangelio que nos narra la Biblia.
 
Ese es el evangelio que somos llamados a compartir.
 
Ese es el evangelio sobre el cual construimos una vida nueva.

¿Pero realmente, hasta dónde llega el poder del evangelio?  ¿Acaso solo sirve para predicarlo desde una tarima? ¿Será que el evangelio solo tiene relevancia los domingos?  ¿Y qué pasa el resto de la semana?

Comencemos viendo qué dice la Biblia sobre el poder del Evangelio

Romanos 1:6 dice  "No me avergüenzo del Evangelio porque es poder de Dios para salvación del que cree [...]"

El poder del Evangelio tiene un impacto eterno para tu alma.  El poder del Evangelio es capaz de librarte de la vergüenza y la culpa para ayudarte a sanar y encontrar plenitud en tu vida.  El poder del Evangelio es el que nos abre los ojos y nos dirige a Jesús para asegurar el resto de la eternidad junto a Él.

¿Y qué tal de lo concreto?  ¿Acaso puede el Evangelio ejercer poder sobre los eventos que vivimos día a día?

Pues según Hebreos 4:12, sí:
"Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. " 

Ya vimos en Romanos 1:16 cómo el Evangelio, dado por su Palabra, penetra el alma y el espíritu para dirigirnos a Jesús y darnos salvación. Pero fíjate cómo el efecto del Evangelio sigue corriéndose hasta manifestarse en lo físico.

Como la vez que el Evangelio me libró de un asalto

Mi primo y yo éramos roomates en la universidad.  En nuestro primer año no teníamos carro, así que básicamente caminábamos a todos lados.  Considerando el área donde vivíamos, todo el mundo nos advertía que no debíamos estar caminando en la calle tarde en la noche... no era seguro.  

Para darte una idea... después de las 8 de la noche, nuestra calle se llenaba de prostitutas y gente con malas intenciones.  Pero aquellas no eran prostitutas cualquiera...una vez le pasamos de frente a una y le dimos las buenas noches... y nos contestó con voz de galán de telenovelas.

Efectivamente, una noche, mientras doblábamos una esquina nos interceptaron dos individuos.  Nada de "Arriba las manos" ni nada de eso.  Yo los describiría como las hienas de la película El Rey León, asechándonos con payasadas y con toda la intención de hacernos presas de sus planes.

Tratamos de ignorarlos y seguir nuestro camino, pero fue un esfuerzo inútil.  Después de pedirnos dinero que no teníamos (porque éramos estudiantes), pude identificar una oportunidad cuando una de las hienas nos preguntó: "Pues qué quieren?  ¿Quieren fumar... quieren huelel?".  Sí... dijo "huelel". Yo creo que le dimos lástima cuando se enteró que éramos estudiantes.  

Nuestra respuesta a su "generosa oferta" fue... "No mano... deja eso. Nosotros no somos de "huelel" ni fumar... somos más de ir a la iglesia."

"Ah... un aleluya" —contestó la hiena con tono de burla.

"Exacto!  Y te voy a decir por qué..." —Contesté... pero honestamente no recuerdo con exactitud mis palabras. Solo recuerdo que sentía como una avalancha de palabras salir por mi boca que no tenía para nada planificadas.  Lo que sí tengo claro es que lo que salió por mi boca era el Evangelio que te resumí arriba.

Yo no sé si eran los nervios o la adrenalina... pero yo lo que sentía era una intensidad salir con cada palabra.  Y fíjate que no los insulté llamándolos escoria ni una porquería... recuerdo que aquella era la intensidad del buen pastor buscando sus ovejas perdidas.  

Por un momento podía ver la cara de aquellas hienas desfigurarse... como si bien adentro de su corazón hubiesen escuchado el rugir del León de Judá.

Entonces, uno de ellos contestó con un tono bien bajito:  "Mi abuela también va a la iglesia, y siempre me dice que está orando por mí para que Dios me hable".

"Pues vamos a orar.  ¿Y si Dios te está hablando ahora?" —Contesté con la misma insistencia del otro tipo que nos invitó a "huelel".

Yo podía ver la fricción que sentía aquel hombre en su mente... no sabía si aceptar mi invitación o no.  Pero antes de que pudiera contestarme, la otra hiena (la que quería "huelel") lo interrumpió:  "Mera, nos tenemos que ir, porque nos están esperando allá".

Así que ambas hienas se despidieron cordialmente y siguieron su camino.  Nosotros regresamos a nuestro apartamento y no dejamos de temblar como por 3 horas.  

El Evangelio es poder de Dios

El Evangelio que nos narra la Biblia, son las palabras que nacieron del corazón de Dios y fueron inspiradas en la mente de los diferentes autores con la única intención de revelarse a nuestras vidas.  ¿Cómo no va a tener poder?

El Evangelio impacta de adentro hacia afuera.  Expone el alma, despierta tu espíritu y reclama acción externa.

¿Hasta dónde llega el poder del Evangelio?  Llega hasta las profundidades donde nuestra imaginación no puede llegar y puede hacer lo que nosotros no podemos hacer por nuestra cuenta... ofrecer vida y vida en abundancia.

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